Insomnio

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El insomnio es un trastorno común del sueño. Las personas que sufren de insomnio tienen dificultades para quedarse dormidas, para continuar durmiendo o para hacer ambas cosas. A consecuencia de esto, duermen muy poco o muy mal. Es posible que al despertar no se sientan descansadas.

 

Tipos de  insomnio:
1. Insomnio de inicio: problemas para iniciar el sueño en menos de 30 minutos.
2. Insomnio de mantenimiento: Problemas para mantener el sueño, produciéndose despertares nocturnos de más de 30 minutos de duración, o despertando definitivamente de manera precoz consiguiendo un tiempo total de sueño escaso.

3. Insomnio primario: son aquellos casos en los que no se puede identificar una causa clara del trastorno. Este tipo de insomnio también lo podemos subdividir en diferentes tipos en función de la manifestación y origen del problema:
a) Insomnio idiopático: se origina en la infancia y parece relacionado con un aprendizaje incorrecto del hábito de dormir.
b)  Percepción de sueño poco reparador: Estudios de laboratorio no corroboran los problemas de sueño que el paciente percibe subjetivamente, encontrándose cansado y somnoliento durante el día.
c) Insomnio psicofisiológico: Caracterizado por un nivel elevado de la activación psicofisiológica asociado al inicio del sueño. La persona que lo sufre suele manifestar una gran preocupación por el problema de sueño haciendo grandes esfuerzos para intentar dormir cada noche, aunque se duerme sin dificultad cuando no realiza este esfuerzo, suele mejorar cuando duerme en ambientes diferentes al habitual y aunque suele originarse coincidiendo con un periodo de estrés se mantiene el problema durante mucho tiempo aunque el estrés desaparezca o se habitúen al mismo.

Independientemente de la causa del insomnio, este puede ser:
-    Transitorio: si se produce durante un corto periodo de tiempo de duración menor a un mes.
-    Crónico: Si se prolonga más allá de seis meses, pudiendo durar años.

 

La falta de sueño puede afectar de modo negativo a la vida de la persona que lo sufre, provocando deterioro social, ocupacional o de otras áreas importantes.
El número de horas de sueño necesarias varía de unas personas a otras. Aunque la media diaria es de 7 horas y media, existe un rango que oscila entre 4 (“poco dormidores”) a 10 horas (“grandes dormidores”), considerándose estos valores dentro de la normalidad.

 

El insomnio puede ser debido por dos tipos de causas:
Causas Médicas:

  • Enfermedades metabólicas y hormonales, neurológicas, reumatológicas, digestivas, cardiovasculares y todas aquellas que pueden interrumpir el sueño por dolor –fibromialgia, cefaleas, etc.- o urológicas por la necesidad urgente de micción –infecciones, próstata, renales. También hay que considerar el embarazo y la menopausia.
  • Enfermedades psiquiátricas (ansiedad, depresión, esquizofrenia, etc), así como otras enfermedades del sueño que contribuyen a dormir menos o peor (síndrome de piernas inquietas, síndrome de apnea de sueño, parasomnias, etc).

Causas Externas: Suelen implicar factores ambientales que influyen de modo negativo sobre el sueño: (malos hábitos de sueño, uso y abuso de sustancias y medicamentos, trabajos por turnos o viajes frecuentes transoceánicos, etc)

 

Métodos para combatir el insomnio: es importante cambiar los factores que están contribuyendo a perpetuar el insomnio. Es decir; cambiar los hábitos inadecuados, cambiar los pensamientos erróneos que aumentan la preocupación, y reducir la elevada activación emocional asociada a estas variables.
Regular la hora de acostarse y levantarse, u consolidar el sueño dentro de un periodo en la cama más corto. Esto generará una situación de “déficit de sueño”, y cuando se realiza de manera continuada, obliga a los centros cerebrales responsables del sueño a reprogramar, consolidando el sueño en forma de descanso más profundo y continuado. Es frecuente que los insomnes duerman hasta tarde por la mañana, que duerman siestas durante el día, o que simplemente pasen más tiempo en la cama para compensar su déficit de sueño. Esto se consigue;
-    Limitando el tiempo que pasamos en la cama a la cantidad de horas que realmente dormimos.
-    Manteniendo regular la hora de levantarnos.
-    Eliminando las siestas durante el día.

Reducir las actividades que interfieren en el sueño. El objetivo principal es asociar la cama, hora de acostarse y entorno del dormitorio con la sensación de relajación, somnolencia y sueño, en lugar de con la frustración, la actividad y el insomnio, para ello;
-    Acostarse sólo cuando se tenga sueño.
-  Si no se puede conciliar el sueño después de 10-15 minutos de intentándolo, nos relajamos, nos levantamos de la cama, seguimos relajándonos del modo aprendido y nos acostamos de nuevo únicamente cuando se tenga sueño. Se tiene que repetir esta operación tantas veces como sea necesario a lo largo de la noche. Si tras la relajación no sentimos sueño, realizamos fuera del dormitorio algún tipo de actividad monótona y aburrida que no exija concentración, ni sea interesante.
-    Utilizamos la cama y el dormitorio solamente para dormir. No vemos la televisión, no escuchamos la radio, no comemos o leemos en la cama.
-    Incluir en nuestro estilo de vida: dieta, deporte, horarios regulares, limitar el consumo tabaco y de bebidas alcohólicas.

 

José Luis Nogales - 2º BHS